NGB
6 de jun de 20162 min.
Una tragedia naturalista implica un oxímoron, la unión de dos conceptos opuestos en apariencia: la desmesura llevada a la organicidad de la vida, o, si se prefiere, el equilibrio natural distorsionado por la razón. El subtítulo de La Señorita Julia anuncia el conflicto, las miserias humanas se presentan como una hipérbole.
En una coproducción entre Argentina y Uruguay, se presenta una adaptación de Alberto Ure y José Tcherkaski sobre la célebre obra de August Strindberg. Dirigida por la gran Cristina Banegas y protagonizada por Belén Blanco, esta pieza plantea un drama que trasciende su época.
La acción comienza con la celebración en la Noche de San Juan, cuando lo viejo se quema y un nuevo ciclo inicia. La Señorita Julia se retira de la fiesta organizada por su padre, el Conde, y se instala en la cocina, un espacio vedado para la alta sociedad, el espacio por excelencia de la servidumbre, a pesar de tratarse del corazón de la casa, donde habita el fuego.
Allí, Julia busca encontrarse con Juan, el mayordomo —Gustavo Suárez—, el prometido de la cocinera —Susana Brussa—. La provocación invade la atmósfera: el sexo, las jerarquías, la fuerza física, el poder, todo es motivo de tentación o desafío. El cuarto personaje, el Conde, se manifiesta en ausencia: sus botas se yerguen en el centro de la escena, como una figura de autoridad ausente y sin lustre.
El proyecto de iniciar una vida libre de las imposiciones sociales, se presenta como una vía de escape. Julia seduce al mayordomo y cae en su propio juego, se deja llevar por la pasión y el alcohol. La deshonra que implica tener un encuentro amoroso con un sirviente deja en evidencia el conflicto latente en la historia familiar.
Sin embargo, la naturaleza humana se rige por el ansia de poder. El mayordomo no comparte los objetivos de Julia, y ante todo, busca sentir la superioridad de quien somete a una mujer de un rango social diferente. Cuando queda al descubierto el impulso que lo lleva a la acción, la verdad se comporta como una llama, que lo destruye todo lo que se ha corrompido, en espera de un nuevo orden.
Ficha de la obra
Autoría: August Strindberg
Adaptación: José Tcherkaski, Alberto Ure
Actúan: Belén Blanco, Susana Brussa, Gustavo Suárez
Vestuario y Escenografía: Magda Banach
Iluminación: Sebastián Marrero
Realización de vestuario: Camila Orsi
Música original: Carmen Baliero
Asesoramiento coreográfico: Virginia Leanza
Asistente de producción: Agustina Márquez Merlin
Asistencia de dirección: Betty Couceiro
Prensa: Carolina Alfonso
Producción ejecutiva: Ivana Nebuloni
Producción general: Ignacio Fumero Ayo, Fernando Madedo
Dirección: Cristina Banegas
CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIÓN – Corrientes 1543
Esta reseña se publicó el 6 de junio de 2016 en La Cazuela