El amor es un misterio. Una misma pareja puede atravesar momentos diferentes y convertirse, de acuerdo con las circunstancias, en los seres más dichosos o los más monstruosos que puede haber existido en el mundo.
En Dos, una desconexión, de Pablo Bellocchio, dirigida por Nicolás Salischiker, cinco actores se convierten en Miguel y Claudia. Y como en un no tiempo, la pareja experimenta sensaciones encontradas que conducen a acciones confusas: entenderse, separarse, conocerse, quebrarse, reclamarse…
Entre ellos, la desconexión, el encuentro y el desencuentro. Los problemas de comunicación surgen cuando se ponen de manifiesto los egos y aquellas pequeñas cosas que molestan, pero que se silencian en un tiempo anterior, en favor de gozar del momento compartido. El silencio y el ensimismamiento anuncian la condena a la separación.
La soledad, que en algún momento se anhela, vuelve más presente al que no está, y entonces, todo lo que hubieran querido decirse llena el living donde transcurre todo con la nostalgia de lo que no fue. En esta obra, es interesante el tratamiento de la impotencia de los personajes al no poder transmitir aquello que sienten y que, a veces, se deforma en la medida en que avanzan las discusiones: los miedos sobre lo que pensará el otro, la sobreinterpretación de las implicaturas, la reacción ante la parálisis. Todas son acciones equivocadas que uno hace por amor, pero ese mismo amor es el que activa la pólvora de los reclamos y destruye lo poco que pudo haber construido una pareja en el tiempo en que fueron dos.
Ficha de la obra Dramaturgia: Pablo Bellocchio Actúan: Nicolás Dezzotti, Malena López, Catalina Motto, Sheila Saslavsky, Maximiliano Zago Vestuario: A&m Realizaciones Escenografía: A&m Realizaciones Diseño de luces: Lucas García Diseño gráfico: Rodrigo Bianco Asistencia de dirección: Rodrigo Bianco Producción: Lascia Colectivo De Trabajo Dirección: Nicolás Salischiker ESPACIO POLONIA – Fitz Roy 1477
Esta reseña se publicó el 7 de septiembre de 2016 en La Cazuela