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Foto del escritorJuan Manuel Encabo

Largo viaje de un día hacia la noche


En todas las familias, incluso, las aparentemente perfectas, se ocultan enigmas y demonios que acechan en la oscuridad. Los lazos de sangre pueden tejer una red de complicidades y silencios que encierran verdades incómodas, que provocan tensiones que se acumulan como tormentas en el horizonte. En ese delicado equilibrio entre lo que se dice y lo que se calla, los corazones humanos albergan un misterio insondable en las profundidades del alma.

Sin embargo, llega un día en que los silencios se quiebran y se liberan como aves cautivas, y desatan una tempestad de emociones que, a pesar del caos que traen consigo, pueden ser la chispa que ilumina un posible camino hacia la sanación.

La sala Casacuberta del Teatro San Martín se iluminó con una intensidad desgarradora la noche en que la obra maestra de Eugene O'Neill, Largo viaje de un día hacia la noche, cobró vida bajo la dirección de Luciano Suardi. En esta producción, dos gigantes del teatro argentino, Arturo Puig y Selva Alemán, se unen para interpretar a los atormentados personajes de esta obra fundamental del teatro universal.

La trama de Largo viaje de un día hacia la noche se desarrolla en una casona en la costa de Connecticut durante un día de verano en 1912. La familia Tyrone, compuesta por el patriarca James (Arturo Puig), la esposa Mary (Selva Alemán), y sus dos hijos Jamie (Diego Gentile) y Edmund (Lautaro Delgado Tymruk), se reúne en un ambiente tenso y cargado de secretos. La familia, adinerada y exitosa, se desmorona lentamente ante nuestros ojos a medida que los conflictos del pasado y las adicciones emergen y destruyen cualquier ilusión de armonía.

Arturo Puig se adentra en el papel del patriarca obsesionado por la avaricia y el ahorro, entregando una actuación llena de matices y misterio. Su presencia en el escenario es imponente, y su voz resuena con la autoridad y la amargura de un hombre atormentado por su pasado.

Por su parte, Selva Alemán ofrece una actuación desgarradora como una mujer atrapada en el abismo de la adicción a la morfina y los recuerdos dolorosos. Alemán logra transmitir la fragilidad y la desesperación de su personaje de una manera que conmueve al público, en su lucha por mantenerse conectada con la realidad mientras se hunde en la oscuridad.

La escena se impregna de una química densa y misteriosa cuando Puig y Alemán comparten el escenario, un destello que ilumina momentos de tensión y emoción, que dejan a la audiencia en un suspiro compartido, consciente de que en la vida real son marido y mujer.

Largo viaje de un día hacia la noche se distingue por su marcado carácter autobiográfico. Eugene O'Neill enfrentó numerosas tragedias personales a lo largo de su vida, incluida la muerte de su hermano menor, la enfermedad mental de su madre y su propia lucha contra el alcoholismo. Estas experiencias dejaron una profunda impresión en él y se reflejaron en sus obras, donde a menudo exploraba el sufrimiento y la pérdida. O'Neill utilizó la escritura como una forma de terapia personal, con un interés constante en explorar la naturaleza de la existencia humana y las luchas internas de sus personajes. La muerte y el luto como aspectos inevitables de esa experiencia.

Y Luciano Suardi demuestra una lectura precisa de estos aspectos, guiando a los actores en la construcción de una atmósfera que se vuelve cada vez más densa y opresiva. Esto es apoyado por el trabajo escenográfico, a cargo de Graciela Galán, que es realmente impresionante. A través de su enfoque minimalista pero efectivo, logra resaltar la opresión de la casa familiar y la sensación de claustrofobia que envuelve a los personajes.

En el centro de Largo viaje de un día hacia la noche se encuentra una familia absolutamente disfuncional, atrapada en un ciclo interminable de discusiones, sombras y malentendidos que parecen no tener fin. O'Neill teje una telaraña emocional en la que los personajes están atrapados, incapaces de escapar de sus conflictos no resueltos.

Los diálogos intensos y a menudo crueles entre los miembros de la familia Tyrone revelan una dinámica en la que el amor y el resentimiento se entrelazan de manera compleja. Cada palabra pronunciada es un arma cargada de significado, y los silencios hablan tanto como las palabras. Las discusiones estallan con ferocidad, pero siempre bajo la superficie yacen capas de dolor y desesperación que los personajes luchan por ocultar.

Los secretos que rodean a la familia Tyrone son como sombras ominosas que se ciernen sobre ellos. A medida que la obra avanza, los espectadores descubren poco a poco los oscuros pasajes del pasado de cada personaje, que han estado enterrados durante años pero que, finalmente, salen a la luz, como espinas envenenadas que infligen un sufrimiento constante a la familia, alimentando la amargura y la desconfianza.

Así, se nos presenta una visión desgarradora de una familia atrapada en su propia oscuridad, incapaz de romper el ciclo de dolor y conflicto que los consume. La obra nos recuerda que, a veces, los lazos familiares pueden ser los más difíciles de desentrañar y que las heridas del pasado pueden seguir sangrando en el presente, sin importar cuánto intentemos enterrarlas.

Largo viaje de un día hacia la noche es una experiencia teatral impactante que explora las profundidades del alma humana y los demonios internos que acechan en la oscuridad. Esta producción no solo rinde homenaje a gran dramaturgo norteamericano, sino que también demuestra el talento incomparable de dos leyendas del teatro argentino. Una obra que dejará una impresión duradera en todos los que tengan la fortuna de presenciarla.


Ficha de la obra

Elenco: Arturo Puig, Selva Alemán, Lautaro Delgado Tymruk, Diego Gentile, Julia Gárriz

Coordinación de producción Gustavo Schraier, Julieta Sirvén

Producción técnica Fernanda Blengio

Coordinación técnica de escenario Rosana Rodríguez, Juan Cruz Muños López

Asistencia de iluminación Daniela García

Asistencia de vestuario Araceli Fernández

Asistencia de escenografía Florencia Tutusaus

Asistencia artística Julieta Abriola

Desarrollo creativo Luciano Suardi, Selva Alemán, Arturo Puig

Música original y diseño sonoro Carmen Baliero

Diseño de iluminación Jorge Pastorino

Diseño de escenografía y vestuario Graciela Galán

Dirección Luciano Suardi


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