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  • Foto del escritorJuan Manuel Encabo

La última sesión de Freud



Donde el tiempo se entrecruza con las almas inquisitivas, emerge la eterna rivalidad entre el pensamiento científico y el pensamiento religioso. Como dos fuerzas opuestas que danzan en el vasto escenario de la mente humana, han protagonizado un drama que ha perdurado a través de los siglos. Como el astrónomo y filósofo Galileo Galilei una vez expresó, Eppur si muove, desafiando las convicciones religiosas de su época al afirmar que la Tierra orbita alrededor del sol. En estas palabras, vemos la lucha de la ciencia por liberarse de las cadenas del dogma religioso y elevarse hacia la verdad objetiva.

Pero no podemos negar que la religión, con su capacidad para dar significado a la existencia humana, ha sido el faro que guía a muchas almas en busca de respuestas trascendentales. La ciencia sin religión está coja, la religión sin ciencia está ciega, como señaló Albert Einstein. Ambos caminos, aunque divergentes, pueden complementarse mutuamente en la búsqueda de la comprensión plena.

Esta rivalidad ha estado plagada de tormentas y desencuentros, pero también de momentos de maravilla y asombro. ¿No es acaso la búsqueda de la verdad un testimonio del espíritu humano inquisitivo?

En esta discusión se sitúa La última sesión de Freud, de Mark St. Germain, adaptada y dirigida por Daniel Veronese. Esta obra presenta una conversación épica entre dos mentes brillantes, cuando la segunda guerra se cierne sobre Inglaterra y las tensiones entre la religión y la ciencia están en su punto más álgido.

La escena transcurre en el estudio de Freud, en Londres, donde el psicoanalista —ya gravemente enfermo— invita al distinguido académico C. S. Lewis. El motivo de este encuentro es el texto de Lewis que se burla de las teorías de Freud, y así comienza un diálogo que trasciende la mera confrontación de ideas y se adentra en el conflicto entre la fe y el pensamiento científico, el amor, el sexo y la muerte.

Luis Machín, en su interpretación de Freud, deslumbra con su habilidad para capturar la esencia del padre del psicoanálisis en su lecho de muerte. Con una voz pausada y una presencia magnética, nos sumerge en la mente de Freud mientras lucha contra el cáncer de boca y enfrenta su propia mortalidad. Machín trae a la vida a un Freud vulnerable, pero al mismo tiempo apasionado y convincente en su defensa de sus ideas revolucionarias sobre la psicología humana.

Javier Lorenzo, como C. S. Lewis, ofrece una actuación igualmente impresionante. Su personaje es un contrapunto perfecto para Freud: un devoto creyente que se encuentra en una encrucijada de fe en medio de la inminente guerra. Lorenzo equilibra el fervor religioso de Lewis con una curiosidad intelectual que desafía a Freud en cada paso del camino.

La conversación que se desarrolla entre ambos es intensa y llena de matices. Mientras Inglaterra se precipita hacia la Segunda Guerra Mundial, los dos hombres discuten sobre la existencia de Dios, la moralidad y la naturaleza de la psicología humana. Los diálogos son profundos y provocativos, y el público se ve arrastrado a una reflexión sobre cuestiones existenciales.

En medio de esta lucha, es importante recordar que ambos senderos, aunque diferentes en su enfoque, comparten un objetivo fundamental: la búsqueda de la verdad y la comprensión del misterio de la existencia. Ambos son instrumentos con los cuales la humanidad ha intentado descifrar el enigma del universo y encontrar su lugar en él. Así que, mientras la rivalidad entre el pensamiento científico y el pensamiento religioso persista en nuestra historia, recordemos que en la intersección de estos dos caminos, en los momentos en que la ciencia y la fe se entrelazan, podemos encontrar una belleza y una verdad que trascienden las palabras y los dogmas. En ese cruce, en ese espacio donde la mente humana se estira hacia lo desconocido, tal vez encontremos las respuestas que buscamos y la reconciliación entre dos formas de ver el mundo que, en última instancia, buscan iluminar nuestra existencia en este vasto cosmos.

La última sesión de Freud es una obra que explora la complejidad de la mente humana y las creencias arraigadas. Al igual que Galileo Galilei desafió el pensamiento dogmático de su época con su famoso Eppur si muove la obra nos impulsa a cuestionar nuestras propias convicciones y a enfrentar dilemas morales profundos. En el escenario de la trama, la eterna rivalidad entre el pensamiento científico y religioso se manifiesta como un conflicto interno en los personajes, y esa lucha resuena en el espectador. La última sesión de Freud es una experiencia que deja una impresión duradera en la mente y el corazón, recordándonos que la búsqueda de la verdad y la autenticidad es un viaje que nunca se detiene.


Ficha de la obra

AUTORÍA: Mark St. Germain

VERSIÓN: Daniel Veronese

DIRECCION: Daniel Veronese

ASISTENTE DE DIRECCIÓN: Adriana Roffi

DISEÑO ESCENOGRAFÍA: Diego Siliano

DISEÑO ILUMINACIÓN: Marcelo Cuervo

DISEÑO VESTUARIO: Laura Singh

ASISTENTE DE VESTUARIO: Daniela Dearti

DISEÑO GRAFICO: Diego Heras

FOTOGRAFÍA: Nacho Lunadei

COMUNICACION: Bushi Contenidos

PRODUCCIÓN EJECUTIVA: Luciano Greco

PRODUCCIÓN GENERAL: Sebastián Blutrach


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