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Poetas del Blues - El misterio de John Henry


La imagen de un martillo tiene voz de sentencia y, en cada uno de sus golpes, queda una nueva expresión establecida. En un solo golpe se escuchan múltiples voces que confluyen en ese único sonido.

John Henry, el héroe de una de las baladas más importantes de la historia de la música afroamericana, ha dejado una huella imborrable en el Blues. Si bien se trata del personaje más estudiado por antropólogos, músicos y expertos en literatura de toda Norteamérica, nadie tiene certezas respecto de él.

En torno a 1870, los esclavos liberados comenzaron a cantar baladas de alabanza y lamento sobre John Henry. Con la ayuda de su martillo, venció a una máquina perforadora en un duelo que le costó la vida, pero que lo inmortalizó en la música y lo convirtió en un héroe nacional. No hay evidencias comprobables de que haya existido realmente, aunque tampoco se puede afirmar que se trate de un mito traído de África. En esta nota, no se darán respuestas sobre quién fue, pero sí se intentará aportar una visión panorámica de las múltiples lecturas que la balada ofrece.

La historia posible

John Henry parece haber nacido esclavo y trabajó como un obrero en la construcción de las vías férreas, tras la Guerra Civil. La mayoría de los especialistas consideran fiables los libros publicados por Guy Johnson y Louis Chappell, quienes recibieron de primera mano la comprobación de la existencia de John Henry.

Johnson recibió cartas de tres personas que afirmaron haber conocido a John Henry y que lo vieron por Alabama en torno a 1880. El problema mayor es que, al haber contradicciones en cuanto a los nombres de los lugares, la confusión se acrecienta.

Uno de los documentos más completos sobre la vida del héroe es una carta de C. C. Spencer, quien dice haber sido testigo de la muerte de John Henry. Aparentemente, sucedió alatardecerdeun20deseptiembrey, justo antes de morir, preguntó si había vencido a la máquina perforadora (es significativa la fecha de muerte que indica Spencer, pues coincide con el fin de una estación y es, para la cultura africana, el inicio de la primavera, la estación en la cual todo renace).

En esa misma carta, Spencer cuenta que John Henry era un esclavo liberto de Holly Springs, Mississippi. También dice que estaba trabajando para Shea and Dabner cuando falleció, dato que confirman otras fuentes.

Los otros personajes de la balada también parecen haber tenido su correlato histórico. Por ejemplo, el capitán Frederick Yeamans Dabney era el Ingeniero en jefe de Columbus & Western Railway Company durante la construcción de la vía férrea que va desde Goodwater, hasta Birmingham, ambas en el Estado de Alabama, durante 1887 y 1888. Y es posible que sea a este capitán a quien John Henry le dice que él «no es nada más que un hombre común».

La historia escondida

Resulta sumamente llamativo que un hombre negro, esclavo en su origen, haya podido plantarse ante un blanco, tal como lo hizo John Henry. Así como lo es el hecho de que haya vencido a una máquina, a pesar de haber dejado la vida en esa competencia.

Al problematizar la letra desde la literatura, surge un sinfín de elementos que enriquecen la interpretación y que transforman la anécdota en un mito.

Para un oyente o un intérprete actual, es importante desarrollar un análisis de estas características para poder captar la esencia de la balada. En el momento de la composición del tema, era innecesario este tipo de análisis porque los músicos y la audiencia compartían la misma idiosincrasia y, por lo tanto, era claro el mensaje y el sentido de la música para todos.

John Henry, ¿un dios?

En cuanto al título, el hecho de que se llame la Balada de John Henry, sugiere que se trata de una pieza con matices épicos.

Así como la Teodisea, el Cantar del Mío Cid,o incluso, El Gaucho Martín Fierro, esta balada presenta, ya desde un título epónimo, que la música hace referencias a un personaje que encarna los valores patrios (en el sentido amplio, es decir, la tierra de los padres) y que trasciende la anécdota para definirse como un mito, y como tal, explica el nacimiento de un nuevo mundo.

La antropóloga Sandra Barnes, Directora del Centro de Estudios Africanos de la Universidad de Pennsylvania, halló una imagen especular entre John Henry y Ogún, una de las deidades llevadas al Nuevo Mundo por los africanos durante la diáspora de esclavos que tuvo lugar entre el siglo XVI y mediados del XIX.

El culto a Ogún guarda un vínculo estrecho con las actividades humanas, especialmente aquellas relacionadas con la fundición y la forja del hierro, con la guerra y con la caza. Las innovaciones y los avances tecnológicos también quedaron asociados a esta deidad. Y, posteriormente, también se lo relacionó con el transporte de largas distancias y con todo aquello que implicara abrirse camino, cuya consecuencia obvia es el desarrollo de una nueva forma de vida a través de la fundación de los asentamientos o las ciudades.

Barnes indica que este dios es «la Representación metafórica de la transformación provocada por el esfuerzo humano». El martillo, emblema que acompaña tanto a la figura de Ogún, como a la de John Henry, es un objeto de elevada fuerza simbólica para todas las culturas, siempre relacionado con la fundición de metales y, por lo tanto, en asociación directa con la creación, ya sea de nuevas tecnologías o de una pieza de arte.

Puede resultar curioso entonces, que en la Historia se plantee la lucha por la supervivencia entre el hombre y la máquina; sin embargo, deja de sorprender si se tiene en cuenta el contexto posterior a la Guerra Civil y la dicotomía hombre-máquina (esclavitud o industrialización) propias de esta época, no sólo en Estados Unidos, sino en el mundo entero.

Si se considera esta lucha desde la perspectiva de Ogún, tal vez el mito de John Henry represente aquellas cosas que perdieron o que ganaron los esclavos libertos en esta nueva vida en la que si bien eran libres, quedaban descartados en muchos aspectos por haber sido reemplazados por la tecnología.

John Henry, ¿un héroe?

La balada de John Henry, al ser tan rica en imágenes, también puede ser leída como una lucha entre negros y blancos, encarnados estos últimos en el capitán y la máquina perforadora. Lucha en la que la figura del negro sometido se manifiesta con esa fuerza sobrenatural propia de cualquier héroe.

Desde la etimología, un héroe se caracteriza por concentrar en él los valores morales y la idiosincrasia de una cultura. Asimismo, se define por la superación de los obstáculos que se le presentan y que lo afirman en su posición como tal. Siguiendo las teorías de Joseph Campbell, el protagonista de esta balada, encarna el arquetipo del mesías; es decir, el héroe que da la vida por los demás y cuya muerte instala un nuevo orden.

Son varios los autores que interpretan la balada de John Henry como una expresión de la fuerza que ningún sistema puede tomar de un hombre y, por consiguiente, una expresión sobre la fragilidad de los valores en los que se apoyan las bases de la sociedad norteamericana. Incluso, hay quienes la consideran una de las primeras canciones de protesta, por el estribillo que aparece en algunas versiones: «Este viejo martillo mató a John Henry, pero no me matará a mí».

La música y John Henry

Existen infinidad de versiones sobre esta balada. Muchas de ellas, intencionalmente o no, han tomado partido por una de las interpretaciones antedichas. Cualquier oyente puede reconocer la aliteración del tren en esa forma casi de ostinato o el golpeteo del martillo que acompaña algunas versiones. Algunos han entendido la balada como un canto sagrado y, por lo tanto, la relacionan con Ogún; otros cantan con alegría que John Henry pudo vencer a la máquina.

Sin embargo, no todos somos conscientes del metamensaje que guarda cada interpretación. Cuando el tintín constante acompaña la historia, la música trae al presente el recuerdo de las Work Songs que cantaban los presos a principios de siglo XX, y genera una experiencia diferente de la que resulta de una versión con acompañamiento percusivo, o una armónica que, como locomotora, conduce a la audiencia a presenciar el duelo entre máquina y hombre, en la cual, el hombre es el vencedor y, salva a la humanidad de la alienación venidera.

Cualquiera sea la interpretación. Ogún, el héroe negro, o el personaje histórico, hay una confluencia de lecturas. John Henry es el referente que da comienzo a una nueva forma, un personaje que acompañó el destino de muchos de los esclavos liberados en la década de 1870, y un personaje que aún hoy continúa abriendo camino en todo el mundo. Descubrir los secretos de las diferentes versiones de la Balada de John Henry permite desarrollar una nueva actitud ante la interpretación actual de la música afroamericana que habitualmente, como oyentes o como músicos, nos interesa.

Este artículo se publicó en Notas Negras, N.° 2, abril de 2009.


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