Los celos son un monstruo nacido y engendrado de sí mismo, ya lo dijo William Shakespeare.
Otelo, en una versión de Martín Flores Cárdenas, se actualiza en un ambiente portuario de los años cuarenta. En una atmósfera embriagada de traiciones, los personajes shakespirianos cumplen su destino trágico, pero, en esta versión, el foco se concentra en los estados de ánimo en relación con la música que sustenta las acciones.
Otelo, que, por primera vez, se presenta en las salas del Complejo Teatral de Buenos Aires, trata de la duda que no se resuelve, de los supuestos que condenan y de lo no dicho.
Otelo no es solo un amante que se deja convencer por un manipulador envidioso, es un hombre resentido que presupone el mal donde no existe, asume la traición de una una Desdémona «pin up», y destruye todo lo bueno que pudo existir en su vida por necio.
Como toda tragedia clásica, Otelo explora las fuerzas esenciales de la Naturaleza: los deseos, las malas intenciones, la vulnerabilidad del corazón y la marcha inevitable hacia un destino fatal trazado por el propio monstruo que habita en cada ser humano.
Ficha de la obra Autor: William Shakespeare Traducción y adaptación: Martín Flores Cárdenas, Francisco Grassi Actúan: Arengo Guillermo, Ezequiel Díaz, Javier Pedersoli, Roberto Castro, Esteban Meloni, Vanesa González, Laura Lopez Moyano, Toto Castiñeiras, Florencia Bergallo Músicos en escena: Fernando Tur, Christian Basso, Zurima Frers Música, Julian Rodriguez Rona Coordinación de producción: María La Greca Asistencia de dirección: Silvia Contreras, Horacio Larraza Asistencia de vestuario: Lara Sol Gaudini Asistencia artística: Francisco Grassi Diseño de sonido: Kaito Barragán Coreografía: Manuel Attwell Música original y dirección musical: Julián Rodríguez Rona Iluminación: Javier Casielles, Mariano Arrigoni Vestuario: Cecilia Zuvialde Escenografía: Alicia Leloutre Dirección: Martín Flores Cárdenas Prensa: Carolina Alfonso Teatro Regio – Av. Córdoba 6056
Esta reseña se publicó el 1 de diciembre de 2016 en La Cazuela