Se dice que, en la voz de un actor, está la síntesis de las voces de muchos, el dolor de otros tantos y las lágrimas de los que no tienen voz ni dolor. Como en toda manifestación del Arte, el actor tiene el poder de convertir esa tristeza en risa, y hacer más llevaderos los avatares de los demás.
El teatro como una forma de reírse de los desastres de la vida cotidiana es tan antiguo como su concepción. Ya desde los tiempos de Aristóteles se hablaba de la catarsis (la purificación) del actor y del público ante una obra bien concebida. Pero en el siglo XVI, en la península itálica, tomó una forma muy querida en toda Europa, que hasta nuestros tiempos subsiste: la Commedia dell’arte.
Como en toda manifestación popular, no existen certezas sobre sus orígenes. Y, en realidad, da igual para los fines de esta reseña si para el origen se toma como punto de partida el teatro popular latino, las fiestas de Carnaval o la vulgarización de las comedias de Plauto y Terencio. Lo cierto es que en la Comedia del Arte, aparecen personajes de la Edad Media, el recurso de la máscara está siempre presente y tanto el humor como el grotesco y la picaresca son claves para la resolución de las escenas.
Este género teatral tan querido por el público argentino tiene su reconocimiento en Ahora Homenaje a la Commedia dell’arte, una creación de Marcelo Savignone y Alfredo Iriarte donde, a partir de disparadores sugeridos por el público, se componen los parlamentos de los personajes. Dicho en términos específicos, sobre la base de los «canovacci», Savignone desarrolla una obra diferente en cada función y trae a escena a algunas de las figuras más emblemáticas de la Comedia del Arte: Arlequín, el Capitán, Pantaleone, el Dottore, la Muerte… y con sirvientes, viejos y enamorados, representa una historia imprevista, incluso, para el propio Savignone.
Combinados con los parlamentos de los personajes tras la máscara, surge una variante de los famosos «lazzis», es decir, improvisaciones en momentos determinados con los recursos propios del actor. En este caso, apela a su amor por la música y crea, con la atmósfera rítmica de Víctor Malagrino, canciones basadas en estos «canovacci».
Hacer obras inspiradas en la Comedia del Arte es un desafío que exige siempre trabajo en equipo, y Savignone supo elegir un grupo de artistas brillantes para acompañarlo en su creación: una escenografía inteligente que emula las formas dramáticas del Humanismo, con los recursos de la luz y de la sombra; las máscaras de Alfredo Iriarte, que uno no puede dejar de admirarlas durante toda la obra; el preciso ensamble de improvisaciones con Víctor Malagrino; cierta influencia de Jorge Costa, el gran especialista en el género, sobre todo, en el trabajo del Arlequín.
La voz talentosa de Savignone se convierte en el medio por el cual resuenan las voces de quienes colaboran con él para que su trabajo cautive y emocione al público. Entonces, por la pasión, la humildad y el compromiso del artista en escena, la Comedia del Arte, el mundo de lo imprevisto, recibe el mejor homenaje de todos.
Ficha de la obra Idea: Alfredo Iriarte, Marcelo Savignone Actúan: Víctor Malagrino, Marcelo Savignone Vestuario: Mercedes Colombo Escenografía: Mirella Hoijman Iluminación: Nacho Riveros Accesorios: Gabriela Guastavino Máscaras: Alfredo Iriarte Sombreros: Gabriela Guastavino Redes Sociales: Belén Robaina Realización de títeres: Gabriela Guastavino, Alfredo Iriarte Entrenamiento: Jorge Costa Prensa: Marisol Cambre Producción ejecutiva: Sebastián Romero Producción general: Producciones Belisarias Colaboración artística: Sergio Beron Dirección: Marcelo Savignone LA CARPINTERÍA – Jean Jaures 858
Esta reseña se publicó el 8 de julio de 2016 en La Cazuela