El 4 de julio de 2016 se cumplieron cuarenta años. Los sacerdotes Alfredo Kelly, Alfredo Leaden y Pedro Dufau y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio José Barletti, de la comunidad de los Padres y Hermanos Palotinos, fueron acribillados a mansalva durante la madrugada del 4 de julio de 1976, en la parroquia San Patricio, y desde entonces, el barrio de Coghlan espera una respuesta.
Coghlan, de Sergio Mercurio, es un espectáculo de dibujo y títeres inspirado en las vivencias de la infancia de Teresa Orelle y de los personajes que habitaban la cuadra su casa. El relato se delinea en trazos de blanco sobre negro, donde se fusionan la realidad y la fantasía, el pasado y el presente, las dudas y las certezas.
Las voces del barrio se corporizan en imágenes y en la propia Teresa Orelle, que narra la historia desde la subjetividad de sus recuerdos, pero alterna su mirada con la de sus amigos de la infancia, sus vecinos y los tres sacerdotes.
Los juegos en la calle, los romances furtivos y los que son para toda la vida, los primeros amiguitos, todos tienen un lugar en el cuadro creado por Orelle. Por eso, podría decirse que se trata de una narración plástica, en el sentido de que la pieza teatral se compone a partir de esa suerte de pizarrón donde se dibuja la historia de un modo mágico.
A lo largo del relato, adquiere protagonismo la ingenuidad de la chiquita campeona del metegol, que jugaba a la pelota con el vecino de la esquina y que charlaba con sus amiguitas en la calle. Esa misma ingenuidad muere con una sentencia que la enfrenta con una realidad distinta de la vida de barrio: «Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes». Y con lágrimas en los ojos, la historia se desdibuja esperando, que algún día, alguien dé un poco de paz al barrio de Coghlan.
Ficha de la obra Dramaturgia: Sergio Mercurio Títeres: Teresa Orelle Actúan: Teresa Orelle Iluminación: Adrian Grimozzi Realización De Mecanismos: Fernando Amarilla, Celeste Cardaropoli Música: Reimon Dirección: Sergio Mercurio TEATRO PAN Y ARTE – Boedo 876
Esta reseña se publicó el 15 de julio de 2016 en La Cazuela