Ser la esposa perfecta ha sido una imposición para muchas mujeres, sobre todo, en tiempos de la revolución feminista. Los valores de la familia, la tradición del gineceo y lo femenino son ideales que debían ser preservados por la mujer en el hogar y que, durante años, fueron aprendidos en la escuela en una asignatura llamada Economía doméstica para bachillerato y magisterio.
Daniela Calbi, autora y protagonista de Economía doméstica, encarna a Teresa, una mujer educada para ocuparse de su esposo y mantener la casa impecable. El personaje es un espejo de Pilar Primo de Rivera, creadora de los veinte principios publicados en la «Sección Femenina de la Falange Española y de las Jons», de 1958. En ellos, se consignan las instrucciones que debe seguir una esposa modelo para complacer al hombre de la casa, incluso, en lo que se refiere a la vida íntima: «En cuanto respecta a la posibilidad de relaciones íntimas con tu marido, es importante recordar tus obligaciones matrimoniales: si él siente la necesidad de dormir, que sea así, no le presiones o estimules la intimidad; si tu marido sugiere la unión, entonces accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer; cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar; si tu marido te pidiera prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes…».
Aunque resulte sorprendente, el servilismo extremo, si se me permite el pleonasmo, da cuenta de un ideal de una época, ideal que perduró, al menos, por más de treinta años, y Calbi se pone en la piel de una mujer que sigue a pie juntillas cada uno de los preceptos y recibe a su esposo con el respeto y la admiración que corresponden para el hombre que le dio su apellido y la razón de su existir, tal como dice Teresa: «Dios creó a la mujer como complemento del hombre, para su compañía».
El esposo es un macho cabrío sobredimensionado —un «cabrón»— que no hace nada por sí solo y que espera que todo sea resuelto por su mujer. Viste los colores del uniforme militar franquista y luce sus cuernos con el orgullo propio del macho dominante. Se trata de un títere gigante —creado por Valeria Dalmon— que Calbi manipula con disociación absoluta.
El 7.° Ciclo de Teatro de Títeres y Objetos en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini presenta con Economía doméstica una obra fuerte, sobre todo, por las escenas de violencia y el odio visceral que se expone. El excesivo control y la anulación de la voluntad conducen a la toma de medidas extremas. Ante un régimen de opresión, solo se necesita tiempo para que el sometido reaccione. Al fin y al cabo, el hombre que se casa con una esposa perfecta debe estar a la altura de las circunstancias y también debe someterse a los preceptos de la doctrina.
Ficha de la obra Autoría: Daniela Calbi Intérpretes: Daniela Calbi Vestuario: Valentina Bari Escenografía: Juan Manuel Benbassat Diseño de luces: Román Lamas Diseño sonoro: Mirko Mescia Diseño Audiovisual: Leonardo Volpedo Realización de vestuario: Carmen Montecalvo Música: Mirko Mescia Operación de luces: Luciana Spadafora Artista plástico: Valeria Dalmon Producción: Daniela Calbi Dirección: Román Lamas Prensa: Tehagolaprensa CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIÓN – Corrientes 1543
Esta reseña se publicó el 7 de abril de 2016 en La Cazuela