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El adiós no se dice


Hay momentos que se recuerdan por una canción, una melodía, ciertas formas sonoras… Hay relaciones que también se asocian con la música, y, aunque se haya cortado el lazo, los sonidos persisten y la vibración reaviva la memoria, y, con ella, resuenan los sentimientos que se habían olvidado.

El adiós no se dice, de Sergio Albornoz, es la historia de dos personas que se amaron, o que todavía se amen en la idealización. En una sucesión de escenas fragmentadas, donde el público entra en el cuadro y en la habitación donde todo ocurre, se desarrollan momentos de tensión con las discusiones y los silencios de esta pareja rota.

En la intimidad de una sala, entre copas de vino, caricias, contrapuntos corporales y una canción obstinada que se encadena al recuerdo, ella y él, los amantes, se abren para los espectadores y muestran las angustias que surgieron de esta relación.

El adiós no se dice es un trabajo introspectivo muy intenso por parte de los actores y de la ambientación, en el que se destacan los matices con que lo tenue y lo repetido se transforma sin modificarse y se potencia mediante el constante insistir. Por alguna razón, sobrevive intacta la forma en la memoria, como la canción; pero, por amor o por miedo, la partida, decir adiós, se vuelve una paradoja, pues retorna para abrir las heridas y reavivar el dolor.

Ficha de la obra Actúan: Sharon Luscher, Flor Quintana, Juan Tupac Soler Vestuario: Josefina Romanel Asistencia de dirección: Liza Taylor Dirección: Sergio Albornoz Prensa: Carolina Alfonso SILENCIO DE NEGRAS – Luis Sáenz Peña 663

Esta reseña se publicó el 31 de julio de 2016 en La Cazuela


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