El teatro es universal cuando se resignifica en cada momento de la historia y aún así mantiene la esencia concebida por su autor. «Tío Vania» es en este sentido un clásico, porque, aunque fue escrita por Chejov durante el siglo XIX, su temática sigue vigente.
En la versión original, la acción transcurre en una antigua casa de campo de una familia venida a menos. De un modo u otro, todos los personajes se replantean la razón de su existir y su lugar en el mundo. El amor, la soledad, el destino y la preocupación por el medio ambiente son algunos de los temas que se exploran, y quizá por esta razón, Francisco Lumerman encontró en esta obra el disparador para desarrollar temas que preocupan a nuestra sociedad.
En El amor es un bien, Lumerman trae la Rusia decimonónica a la Patagonia actual. Sonia y su tío Iván administran un hostel deteriorado donde Pablo, un médico que está atravesando una crisis existencial, es el único huesped. Ante la llegada del padre de Sonia con su nueva esposa, se produce un desequilibrio que todo lo transforma en incomodidad.
Así como en el Tío Vania, de Chejov, el tema central podría ser el deterioro de la vida, en esta versión se expone la miseria de un grupo de personajes sin rumbo. El tedio ante lo mediocre y la falta de constancia para el trabajo llevan a los personajes a un estado de apatía, quizá melancolía, que envenena el futuro.
Todos los personajes parecieran esperar un cambio de rumbo, pero no son capaces de generarlo. Amores no correspondidos, la mediocridad de la existencia, la aceptación de un matrimonio sin amor, el deseo de fama o reconocimiento ante la carencia de talento son todas temáticas que giran en torno a un rasgo típicamente chejoviano: la melancolía.
Ambientada en una atmósfera plena de hastío, estos personajes a la deriva encuentran en la música y en sus charlas una pregunta obstinada: ¿Acaso se puede hacer algo diferente? ¿Se puede cambiar el mundo?
Aquí se nota la preocupación constante, tanto del director como de los actores, por crear un clima angustiante donde una pregunta tan universal solo puede ser respondida a través de una sinfonía de expresiones artísticas: la corporización de un problema tan complejo solo parece encontrar solución en una afirmación tan clara como críptica: «El amor es un bien», y es lo único que puede salvarlos, si es que se permiten alivianar la gran carga de angustia que pesa sobre la incertidumbre de un futuro sin expectativas.
Ficha de la obra Dramaturgia: Francisco Lumerman Actúan: Manuela Amosa , Jose Escobar , Diego Faturos , Jorge Fernandez Roman , Rosario Varela Diseño de escenografía: Gonzalo Cordoba Diseño de luces: Ricardo Sica Diseño gráfico: Martin Speroni Asistencia de dirección: Ignacio Gracia Prensa: Carolina Alfonso Producción ejecutiva: Zoilo Garcés Dirección: Francisco Lumerman MOSCÚ TEATRO ESCUELA – Camargo 506
Esta reseña se publicó el 29 de abril de 2016 en La Cazuela