Marguerite Duras dijo una vez que la locura es como la comprensión, porque no se la puede explicar, y porque es algo que se precipita y, entonces, se entiende, pero, cuando el entendimiento lo abandona a uno, ya no se puede entender nada en absoluto. La última obra de Duras, La lluvia de verano narra el encuentro de unos niños con un texto bíblico, un Eclesiastés quemado. A partir de ese encuentro, la familia de esos chicos vive una serie de cambios que también afectan su entorno.
Stella Galazzi supo captar el espíritu del texto de Durás y llevó a escena La lluvia de verano, obra que se presenta todos los domingos en El Kafka. La puesta de Galazzi comienza «ex nihilo», cuando un maestro (Marcos Moreno Martinez) viene a censar a la familia, que vive en una casucha del barrio de Vitry y que apenas tiene recursos para subsistir. Al maestro le llama la atención el hijo mayor, Ernesto (Alejandro Caprotta), quien saben leer sin haber aprendido.
Ernesto encuentra el modo de darle sentido a los garabatos que forman palabras. Ernesto descubre que el libro trata de un rey que reinó en un país lejano, un rey judío. El libro lo deslumbra: las palabras no tienen sentido en sí mismas, pero se reenvían el sentido de unas a otras.
Viendo el potencial de este chico, el maestro convence a los padres para que sus hijos asistan a la escuela, pero Ernesto se niega porque allí enseñan «cosas que no sabe». El saber y la forma de acercarse al conocimiento es un argumento que articula la obra, pero de este eje surgen otras tramas. Así como el libro que los chicos encontraron tiene un agujero, la familia también exhibe sus agujeros mientras transcurre la acción: el abandono y el descuido de los padres hacia los hijos, la incertidumbre sobre el futuro que les espera, las esperanzas perdidas cuando chocan contra una realidad que no se parece en nada a lo que sabían de Francia antes de inmigrar.
En la medida en que avanza la trama, se descubre que Ernesto es un chico especial, y su capacidad lo lleva a explorar la filosofía alemana y otras disciplinas. Entonces, la madre (Lily Grinberg, traductora del texto de Duras) no solo debe afrontar el propio desarraigo al abandonar su tierra natal, sino también que su hijo deba partir para continuar creciendo. El padre (Pablo Rinaldi) sorprende en sus decisiones al aceptar que sus hijos definan el rumbo de sus vidas, sobre todo, porque es quien menos parece comprender a su hijo.
La obra conserva el estilo de Duras en lo que se refiere al manejo del tiempo: la rutina y la vida cotidiana instalan a la familia en un «no tiempo»: el pasado y el presente transcurren simultáneamente, y esa confluencia aporta una dinámica muy particular a la trama, a la vez que redimensiona a los personajes en ese contexto atemporal.
La lluvia de verano propone una reflexión sobre múltiples temas. La adaptación de Galazzi se concentra en el problema medular de la obra de Duras: los lazos familiares que se sostienen con respecto a los hijos mayores Ernesto, Jeanne (Josefina Pittelli) —quien se sabe que partirá, como Ernesto— y Susana (Stephanie Troiano) —quien tiene problemas para aceptar los cambios—; la apatía y el abandono que sufre la familia también se manifiesta desde los padres a los hijos menores que nunca están presentes; el dilema de la verdadera educación, de los saberes que se imparten; la cuestión de Dios. Es una obra que impacta por el modo en que se presentan condensados los grandes problemas de la humanidad y por la sencillez con que se exponen las miserias humanas. Un entorno que para muchos puede provocar rechazo se vuelve un espacio donde solo se espera la comprensión por parte del público y la reflexión para generar un cambio.
Ficha de la obra Autoría: Marguerite Duras Dramaturgia: Stella Galazzi Traducción: Lily Grinberg Actúan: Alejandro Caprotta, Lily Grinberg, Marcos Moreno Martinez, Josefina Pittelli, Pablo Rinaldi, Stefy Troiano Diseño de escenografía: Carlos Di Pasquo Diseño de luces: Marco Pastorino Diseño sonoro: Gustavo García Mendy Diseño Audiovisual: Ariel Contini, Carolina Zarzoso Paoloni Fotografía: Ariel Contini, Carolina Zarzoso Paoloni Diseño gráfico: Javier Gazé Asistencia de dirección: Luciana Caruso Prensa: Carolina Alfonso Producción ejecutiva: Romina Ciera Dirección: Stella Galazzi ELKAFKA ESPACIO TEATRAL – Lambaré 866
Esta reseña se publicó el 19 de abril de 2016 en La Cazuela