Existen mil formas de amar, y, en la mayoría de los casos el amor está asociado con la vida, pero hay veces en que amar es ponerle fin al sufrimiento del otro, y, por amor, se encuentra la fortaleza para dejar partir a los seres queridos.
Gloria, de Dennis Smith, trata un tema sumamente delicado: la eutanasia. La trama transcurre en una noche de verano, con el calor agobiante y una espera eterna. Dos hermanas están juntas en el patio de la casa de su madre mientras aguardan la llegada de un hombre.
Con el devenir del diálogo, el público descubre que este hombre es quien pondrá fin al sufrimiento de la madre de estas chicas, que sufren y pelean con la idea y la responsabilidad que implica terminar con una vida o con el dolor y la degradación de una persona que siempre fue independiente y ahora se convirtió en un ser inmóvil, incapaz de cualquier interacción con el entorno. La discusión entre ambas hermanas manifiesta una lucha emocional en la que todo conduce a la derrota y a la pérdida.
Tanto Karina Hernández como Lourdes Invierno desarrollan sus personajes con la entereza de los corazones rotos. Son personajes que viven una situación extrema imposible de juzgar desde afuera y en la que al espectador solo le queda acompañarlas en el trayecto, emocionarse con ellas, reflexionar las circunstancias en que decidimos dejar ir a los que queremos; compartir la culpa y la responsabilidad, el mirarse a los ojos y aceptar las hilachas con que se teje el entramado de la vida.
Ficha de la obra:
Actores: Karina Hernández, Lourdes Invierno.
Dirección: Dennis Smith.
Autor: Dennis Smith, Constanza Boquet.
Esta reseña se publicó en La Cazuela