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  • Nuria Gómez Belart y Juan Manuel Encabo

Carnicera


En la travesía de información y la desinformación, en la era de la posverdad, las emociones, las creencias personales y las narrativas a menudo prevalecen sobre los hechos objetivos en la formación de opiniones y toma de decisiones. Harari señala que la humanidad en un mundo en el que la verdad se convierte en un bien cada vez más escaso y relativo, donde las historias poderosas a menudo superan a la realidad objetiva.

Carnicera, la última propuesta de Javier Daulte, invita al público a esta encrucijada en el oscuro rincón de un frigorífico industrial de carne, escenario de una misteriosa presencia.

La trama gira en torno a la enigmática presencia que rodea a Porcia —Karina K—, personaje que evoca paralelos con personajes como Horacio en Hamlet y al personaje de El Mercader de Venecia por quien Antonio está dispuesto a sacrificar un cuarto de libra de su propio cuerpo sin derramar sangre. Estas alusiones confirman los dilemas morales de los personajes, para quienes el concepto del cuerpo sin alma se convierte en un símbolo de las profundidades a las que pueden llegar las convicciones personales. En Carnicera, las certezas se tambalean, y la búsqueda de la verdad se convierte en un viaje fascinante, reminiscente de las obras de Shakespeare donde la verdad y el engaño son temas recurrentes.

Percibiendo el mundo a través de la radio, Porcia se entera de una conspiración a gran escala a cargo de un grupo de terroristas que altera genéticamente la carne, y el frigorífico donde ella trabaja, es el campo de batalla de una guerra microbiológica de la que poco se sabe, salvo por el discurso del odio.

Cubiertos con trajes aislantes, llegan al frigorífico Auber —Marcos Montes— y Tania —Florencia Raggi—, quienes forman parte de una organización que intenta atrapar a un terrorista gastronómico. Alrededor de la mesa de trabajo de Porcia, estos personajes instalan sus equipos para tomar muestras y buscar la forma de frenar el ataque. En medio de la recolección de muestras, aparece Nahuel —Agustín Daulte—, un chico que trabaja de repartidor de comida y que tiene una relación casi de familia con Poncia.

La paranoia, las conversaciones sobre el mundo del cine y las falsas noticias se exponen en un mar de incertidumbre, en el que la vida y la muerte son monedas devaluadas.

El trabajo escenográfico de Gonzalo Córdoba Estévez es simplemente excepcional. Cada detalle meticulosamente diseñado transporta al espectador a un mundo paralelo, sumergiéndolo en la atmósfera opresiva y misteriosa del frigorífico industrial. La habilidad de Córdoba Estévez para crear un entorno que no solo respalda la narrativa, sino que se convierte en un personaje vivo en sí mismo, es verdaderamente destacable. Desde los oscuros y helados pasillos hasta la iluminación magistralmente controlada que juega con las emociones de la audiencia, su labor se erige como un componente esencial de la experiencia teatral. Cada elemento escenográfico, desde los detalles más pequeños hasta las estructuras principales, se combina para crear una ambientación que intensifica la tensión de la trama. El talento y la visión creativa de Gonzalo Córdoba Estévez son un testimonio del poder transformador del diseño escenográfico en el teatro.

La obra se enmarca en una guerra microbiológica, pero no es la primera vez que Daulte explora temas futuristas y tecnológicos. Su habilidad para crear mundos y escenarios que desafían la realidad convierte a Carnicera en una bella confluencia de artistas talentosos, una experiencia única que pone de manifiesto el poder de la ciencia ficción en el teatro contemporáneo.

En conjunto, Carnicera se convierte en una obra teatral que mezcla elementos clásicos con un enfoque contemporáneo en la posverdad. No se trata solo de carne en el frigorífico, sino de almas en conflicto que habitan en una ficción demasiado cercana al mundo conocido.


Ficha técnica

Coordinación de producción Daniela Cristóbal, Macarena Mauriño

Coordinación de escenario Agustín Rodríguez, Nery Mucci

Asistencia de dirección Daniela Sitnisky

Producción técnica Mariano Fernández

Asistencia de escenografía Tatiana Mladineo

Coach de idioma ruso Ekaterina Balaneva

Música original Sami Abadi

Diseño de iluminación Matías Sendón

Diseño de vestuario Gabriella Gerdelics

Diseño escenográfico Gonzalo Córdoba Estévez

Dirección Javier Daulte y Mariano Stolkiner


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