Comprender la voz y el aspecto verbal: una clave para la interpretación interlingüística
- Nuria Gómez Belart
- 1 jul
- 11 Min. de lectura
La estructura verbal de una lengua no solo organiza el tiempo y la persona: también es una puerta de entrada a cómo se concibe la acción, su desarrollo y su relación con los participantes. Por eso, reconocer los rasgos que distinguen la voz activa, media y pasiva, así como las oposiciones aspectuales como la del infectum y el perfectum, es fundamental para comprender no solo cómo funciona el sistema verbal en una lengua determinada, sino también por qué en otras lenguas esas categorías se distribuyen de modo diferente y transmiten matices distintos.
Las lenguas románicas, por ejemplo, heredan del latín una distinción que no siempre coincide con las formas analíticas del español actual. En latín, la voz media permitía expresar que el sujeto era simultáneamente agente y paciente o que la acción se desarrollaba de forma interna o reflexiva, sin necesidad de recurrir a estructuras perifrásticas. Este tipo de voz se conserva de manera productiva en lenguas como el griego moderno, y su sentido difiere notablemente de las formas reflexivas españolas, que muchas veces disimulan la agentividad o se aproximan a la pasiva con 'se'. En este marco, no comprender la diferencia entre media y pasiva puede llevar a traducir como pasiva una estructura que en otra lengua conserva un matiz de involucramiento del sujeto en la acción.
De modo similar, la distinción entre infectum y perfectum —más ligada al aspecto que al tiempo— permite entender que no todo pasado es igual. Mientras que el infectum designa una acción no completada, abierta o repetida (como en el imperfecto), el perfectum marca un evento cerrado, puntual, consumado (como en el pretérito perfecto simple). Esta distinción, aunque menos visible en español contemporáneo, sigue operando como un trasfondo que organiza las posibilidades expresivas. En lenguas como el alemán o el griego, donde el sistema aspectual tiene marcas más nítidas, esta oposición resulta decisiva para captar el sentido de lo dicho. Traducir un aoristo griego con un imperfecto español, por ejemplo, puede borrar la percepción de cierre que tenía la forma original.
Estas diferencias no son meros detalles técnicos: inciden directamente en cómo se construye el punto de vista sobre la acción. En qué momento se sitúa, cómo se proyecta su duración, qué papel se le asigna al sujeto. De ahí que, para quienes trabajan con varias lenguas —traductores, correctores, lingüistas, docentes—, identificar estas dimensiones no sea un lujo académico, sino una necesidad interpretativa. Saber distinguir entre una pasiva real, una pasiva aparente, una media o una forma activa con valor introspectivo es parte del entrenamiento que permite leer con precisión y trasladar con fidelidad.
Comprender la voz y el aspecto no es simplemente reconocer formas: es entrenar la sensibilidad para detectar cómo cada lengua organiza la experiencia y la presenta en discurso, y es, también, reconocer que toda elección verbal implica un punto de vista.
Voz activa, pasiva y media: rasgos distintivos
En español, y en muchas lenguas indoeuropeas, la voz gramatical es la categoría que permite expresar la relación entre el sujeto y el evento verbal. Desde una perspectiva funcional, se distinguen tres grandes configuraciones: activa, pasiva y media. Estas configuraciones no son solamente sintácticas: su elección marca el punto de vista adoptado sobre la acción, la presencia o ausencia del agente, y el grado de implicación del sujeto.
Voz activa
En la voz activa, el sujeto realiza la acción. Es el agente del evento verbal. Esta construcción es directa, clara, y suele ser preferida en la escritura narrativa, periodística y argumentativa.Ejemplo: El profesor corrigió los exámenes.El sujeto (el profesor) es quien ejecuta la acción (corrigió), y el objeto (los exámenes) recibe esa acción.
Voz pasiva
La voz pasiva se caracteriza porque el sujeto recibe la acción. Es el paciente. En español, esta forma se construye con la perífrasis ser + participio y, opcionalmente, el agente introducido por por.Ejemplo: Los exámenes fueron corregidos por el profesor.Aquí, los exámenes se convierten en el sujeto gramatical, pero no en el agente: no hacen, sino que sufren la acción.
Dentro de la pasiva, hay dos variantes relevantes:
· Pasiva perifrástica: utiliza el verbo ser como auxiliar y el participio como núcleo verbal. El agente puede o no estar explícito.
· Pasiva con "se": emplea el pronombre se con un verbo en tercera persona que concuerda con el sujeto paciente. El agente no se menciona, y puede confundirse con construcciones impersonales, pero no lo es si hay concordancia.Ejemplo: Se corrigieron los exámenes.
Voz media
La voz media se sitúa entre la activa y la pasiva. En ella, el sujeto no actúa como agente pleno, ni como paciente absoluto. Suele indicar procesos naturales, cambios de estado o acciones internas sin agente explícito.En español, muchas formas medias se expresan con se, pero no son pasivas ni impersonales.Ejemplo: La puerta se abrió sola.Aquí no hay agente externo identificable: la acción sucede “desde adentro” o como parte del propio sujeto. Otros ejemplos comunes: Se enfermó, Se hundió, Se operó del corazón.

La confusión típica: ser + participio como adjetivo
Una dificultad común al enseñar voz pasiva en español es distinguir entre una pasiva perifrástica verdadera y una construcción con ser + participio donde este funciona como adjetivo predicativo, no como verbo. Esta distinción es clave, ya que la presencia del participio no basta para afirmar que hay una voz pasiva.
Comparemos:
· Pasiva real: El informe fue aprobado por la comisión.Aquí, fue aprobado designa una acción: aprobar es un verbo pleno, y por la comisión es un complemento agente.
· Predicado atributivo: El informe es adecuado para este caso.Aunque la forma es adecuado podría confundirse con una pasiva por su estructura, no lo es. Adecuado no es núcleo verbal, sino un adjetivo que califica al sujeto (el informe). No hay acción recibida ni posibilidad de añadir un agente (¿por quién es adecuado? no tiene sentido).Otro ejemplo: La propuesta es aceptable → se describe un estado o cualidad, no una acción realizada por un agente.
Relevancia en otras lenguas
La necesidad de distinguir estas voces se vuelve aún más evidente cuando se trabaja con otras lenguas. En griego clásico o moderno, en latín, en alemán o en lenguas eslavas, la voz media tiene expresión formal diferenciada, y los sistemas aspectuales como el del infectum y perfectum se relacionan estrechamente con el tipo de voz y el modo de construcción de la acción. En griego, por ejemplo, muchas formas medias son marcadas morfológicamente y no tienen un correlato directo en español; sin comprender su estatuto, es fácil traducirlas erróneamente como pasivas.
Comprender si un participio funciona como núcleo verbal (es decir, si hay una voz pasiva real) o como modificador (atributo) es fundamental no solo para el análisis del español, sino para interpretar con precisión las estructuras verbales de otras lenguas. Esto se conecta con el aspecto verbal: mientras la pasiva suele asociarse con eventos perfectivos o resultativos, los predicados atributivos pueden expresar estados durativos o cualidades permanentes, aun cuando compartan la forma participial.
1. Español vs. griego moderno: la voz media
En griego moderno, muchas acciones que en español se expresan con construcciones reflexivas o con se impersonal se marcan formalmente como voz media. Esta voz no es una “tercera opción” marginal, sino una categoría morfológica viva y productiva, con formas verbales propias.
Griego:
· Το βιβλίο διαβάζεται εύκολα.(To vivlío diavázetai éfkola)→ Literal: El libro se lee fácilmente.→ Voz media, forma morfológica marcada.→ Equivalente español: El libro se lee fácilmente.→ ¡Ojo!: en español parece pasiva con "se", pero en griego la forma media implica que el objeto está predispuesto para ser leído; no hay foco en el agente, sino en la facilidad del proceso.
En español, muchas de estas construcciones se interpretan como pasivas reflejas, pero la diferencia es conceptual: la forma griega no omite al agente, sino que lo disuelve como parte del proceso natural. Esto modifica la lectura: no hay nadie haciendo algo sobre el libro; el libro es de los que se dejan leer, casi por sí solo.
2. Español vs. alemán: participios y pasiva perifrástica
El alemán tiene una voz pasiva morfológica que se forma con el auxiliar werden (volverse, llegar a ser) + participio pasado. Sin embargo, también tiene otras estructuras que se confunden con la pasiva pero no lo son.
Alemán:
· Der Bericht wird geschrieben.→ El informe está siendo escrito.→ Pasiva dinámica con werden: acción en curso.
· Der Bericht ist geschrieben.→ El informe está escrito.→ Ist geschrieben no es pasiva: es un resultado. Equivale a un predicado estativo con participio.
En español, ambas podrían traducirse mal como El informe es escrito, pero esto sería incorrecto en ambos casos. La primera corresponde a está siendo escrito (proceso), la segunda a está escrito (estado resultante). La diferencia entre acción y estado es central. Lo mismo ocurre en español con frases como:
· Está arreglado → estado.
· Fue arreglado por el técnico → acción pasiva.
No distinguir estas dos funciones del participio (verbo vs. adjetivo) lleva a malinterpretar tiempos, agentes e incluso intenciones del hablante.
3. Español vs. francés: pasiva real y participios adjetivales
El francés marca la pasiva con el verbo être (ser/estar) + participio pasado, pero, como en español, el participio puede tener función adjetiva.
Francés:
· Le rapport a été approuvé par la commission.→ El informe fue aprobado por la comisión.→ Pasiva real: el agente está presente y el participio es verbal.
· Le rapport est acceptable.→ El informe es aceptable.→ Aquí, acceptable es un adjetivo, no un participio verbal.
En traducción, confundir estas formas puede llevar a sobregenerar agentes (por ejemplo, “¿por quién es aceptable?”) o a malinterpretar el valor temporal y aspectual del verbo.
En francés, como en español, existen muchos predicados que usan être + participio y que parecen pasivas pero no lo son. El análisis correcto depende de observar:
· si hay o no posibilidad de añadir complemento agente,
· si el núcleo es verbal o adjetival,
· si se transmite un proceso o un estado.
Conclusión: por qué importa
La identificación precisa de la voz (activa, pasiva, media) y del rol que cumple el participio (verbo o adjetivo) no es solo una cuestión formal: es una cuestión de sentido. Afecta directamente a cómo interpretamos las relaciones entre los participantes del enunciado, cómo se temporaliza la acción, y cómo se organiza el punto de vista del hablante o escritor.
Cuando se traduce desde lenguas que tienen morfología específica para estas categorías, o que usan el aspecto verbal de forma más marcada (como el griego con su oposición aoristo/pretérito imperfecto, o el alemán con sus auxiliares sein y werden), el error más frecuente es forzar una lectura pasiva donde hay un estado, o suponer un agente donde no lo hay.
El aspecto verbal: una categoría que organiza el sentido de la acción
En español, y en muchas lenguas, el aspecto es una categoría gramatical que no se refiere directamente al tiempo cronológico, sino a la forma en que se presenta internamente la acción verbal: si está en curso, si se ha completado, si es puntual, si se repite, si recién empieza, si es hipotética o incluso si resulta obligatoria.
A diferencia del modo y del tiempo —que son categorías morfológicas más evidentes—, el aspecto atraviesa varios tiempos verbales y se expresa mediante combinaciones de formas, significados y contextos. La presentación distingue entre aspectos básicos (perfectivo e imperfectivo) y una serie de matices aspectuales que enriquecen el valor del verbo en discurso.
Aspecto imperfectivo y perfectivo
· El aspecto imperfectivo presenta la acción como no acabada, en desarrollo, abierta o repetida. Es propio del pretérito imperfecto, del presente durativo y de ciertas formas del subjuntivo.Ejemplo: Caminaba por la plaza cuando comenzó a llover.El verbo caminaba no indica ni inicio ni final: la acción está “abierta”.
· El aspecto perfectivo presenta la acción como acabada, cerrada, completa. Se asocia con el pretérito perfecto simple y con ciertos compuestos.Ejemplo: Caminó hasta la esquina y se detuvo.Aquí, caminó se concibe como una totalidad, con límite.
Otros rasgos aspectuales destacados en la clase
Terminativo
Se refiere a acciones que se perciben como finalizadas o cumplidas. Puede coincidir con el perfectivo, pero no siempre: el énfasis está en el cierre, no necesariamente en la totalidad.Ejemplo: Terminó el informe a tiempo.
Ingresivo
Marca el inicio de una acción. No importa si se completó o no, sino el momento en que comenzó.Ejemplo: Empezó a llover.Incluso si no sabemos cuánto duró la lluvia, el enfoque está en que empezó.
Incoativo
Muy próximo al ingresivo, pero con un matiz de transición a un nuevo estado.Ejemplo: Se enrojeció → no solo empezó a estar rojo: hubo un pasaje perceptible de un estado a otro.
Durativo
Enfatiza la prolongación en el tiempo. No necesariamente implica repetición, pero sí continuidad.Ejemplo: Vivió en Córdoba durante cinco años.
Reiterativo
Marca que la acción se repite una o varias veces. Puede expresarse con adverbios o con tiempos imperfectivos.Ejemplo: Volvía a llamarlo todas las tardes.
Habitual
Relacionada con el reiterativo, esta modalidad presenta la acción como hábito, costumbre o rutina.Ejemplo: Iban al cine todos los domingos.El uso del imperfecto señala una repetición establecida, no una serie de eventos aislados.
Puntual
El evento se percibe como instantáneo o no desarrollado internamente. Suele vincularse con formas perfectivas.Ejemplo: Parpadeó y desapareció.Ambas acciones ocurren rápidamente, sin progresión.
Obligativo
Remite a acciones que no se narran como realizadas, sino como exigidas o necesarias. Se suele expresar mediante perífrasis:Hay que + infinitivo, Tener que + infinitivo, Deber + infinitivo.Ejemplo: Tenés que cuidarte más.
Hipotético
Presenta acciones como potenciales, posibles, condicionadas. No están dadas como hechos, sino como escenarios.Ejemplo: Si lloviera, no saldríamos.El verbo lloviera no afirma que llueve, sino que lo presenta como posibilidad.
Importancia de los matices aspectuales
Estos matices no son accesorios. Afectan directamente a la interpretación de lo dicho. Dos oraciones con el mismo verbo pueden cambiar radicalmente de sentido según el aspecto:
· Cantó toda la noche (acción cerrada, perfectiva, quizás extenuante).
· Cantaba toda la noche (acción habitual, quizás nostálgica).
· Tiene que cantar toda la noche (acción obligativa, aún no realizada).
· Está cantando (acción en curso, durativa).
· Volvió a cantar (reiteración; había dejado de hacerlo).
· Empezó a cantar (ingresiva; la acción está en su fase inicial).
Además, estos matices permiten entender por qué en otras lenguas —como el griego o el ruso— existen formas verbales específicas para marcar el aspecto: porque organizan la perspectiva desde la que se narra la acción. En español, no hay una forma única de expresar el aspecto: se combina la morfología verbal con adverbios, perífrasis y estructuras sintácticas.
Conclusión: interpretar el verbo es interpretar el punto de vista
Tanto el aspecto como la voz son categorías centrales para comprender cómo se organiza el verbo en una lengua, pero también para entender cómo se posiciona el hablante frente a la acción. No se trata solo de describir formas verbales, sino de leer en ellas una determinada forma de presentar los hechos, de jerarquizar participantes, de enmarcar lo dicho.
Los rasgos aspectuales —como el carácter perfectivo o imperfectivo, la duración, el inicio, la habitualidad o la hipótesis— modelan el evento verbal desde adentro. Aportan profundidad temporal y permiten construir relaciones sutiles entre acciones, momentos y perspectivas. Del mismo modo, las voces activa, media y pasiva permiten variar el foco de la oración: centrarlo en el agente, diluirlo, desplazarlo al paciente o incluso eliminarlo del todo. Esta elección no es neutra: transforma el modo en que se construye la responsabilidad, la agencia, la implicación o la neutralidad.
Pensar la voz y el aspecto no como rasgos gramaticales aislados, sino como ejes de construcción del punto de vista, es fundamental para quienes trabajan con la lengua: docentes, traductores, correctores, escritores. Además, estas categorías son clave para interpretar con precisión estructuras verbales en otras lenguas, donde la morfología marca diferencias que el español resuelve de forma más perifrástica o contextual. Traducir literalmente sin atender a estos matices implica perder información o distorsionar el sentido.
Por eso, comprender cómo se manifiestan el aspecto y la voz en el sistema verbal del español —y qué se juega en esas elecciones— no es solo una tarea técnica, sino una herramienta de lectura, análisis y toma de decisiones discursivas. Interpretar el verbo es, en última instancia, interpretar el punto de vista desde el cual se representa una acción. Y eso, en toda lengua, es una cuestión de sentido.
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