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El vestido

  • Foto del escritor: Nuria Gómez Belart
    Nuria Gómez Belart
  • 15 sept
  • 3 Min. de lectura

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Dar vida a un objeto inanimado es uno de los desafíos más delicados y, al mismo tiempo, más bellos del arte teatral. En esa frontera donde lo material se transforma en presencia, los títeres despliegan un lenguaje cargado de poesía y potencia simbólica.

En El vestido, la nueva propuesta del Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín, bajo la adaptación y dirección de Ana Alvarado, esa magia se convierte en el corazón de la puesta: un trabajo escénico donde lo inerte respira, siente y habla con una intensidad inesperada.

La obra, basada en el relato de María Teresa Andruetto, se estrena en el Teatro Regio con una propuesta destinada a adolescentes y adultos. Lo que a primera vista parece una fiesta de casamiento convencional se abre de inmediato hacia un territorio de evocación y memoria. Allí, Miriam, la protagonista, comienza a repasar su vida: la relación con su madre y con su hermana, la juventud en el pueblo, la pobreza, la fábrica, el amor, los hijos y, sobre todo, aquello que se perdió en el camino.

Ese repaso vital está atravesado por una grieta persistente entre las dos hermanas. Una grieta que no es solo política ni de clases, sino fundamentalmente afectiva. Esa distancia ilumina el trasfondo de los mandatos que han condicionado la existencia de las mujeres: se las ha relegado a roles de novia, madre, esposa, madrina o tía, siempre definidas en función de los otros —los hombres, los hijos, los sobrinos— y nunca en torno a un deseo propio. En esa imposibilidad de afirmarse por sí mismas late la experiencia de la sumisión: un entramado de obediencia y deber que organiza la vida y que deja en la protagonista un sedimento de frustración y despojo.

El vestido azul que Miriam luce en la fiesta condensa ese mandato. Es bello, solemne y decorativo, pero también es un recordatorio de la exigencia de cumplir, acompañar y lucir lo que se espera. Sin embargo, en el transcurso de la fiesta, la protagonista adquiere una nueva conciencia. Esa revelación irrumpe con fuerza y ya no podrá ser contenida. La dramaturgia se atreve entonces a ofrecer tres finales posibles, tres versiones de Miriam que retoman la escena y proponen diferentes modos de enfrentar ese despertar.


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La estructura narrativa funciona como un tejido de capas reingresivas: el presente de la fiesta se superpone con los recuerdos, los recuerdos con las proyecciones, y cada capa devuelve a Miriam a un punto de inflexión. La puesta potencia este efecto con recursos escénicos que resultan memorables: títeres que duplican a los actores, objetos que cobran vida, imágenes proyectadas que dialogan con lo que ocurre en escena. En esa combinación se expande el relato y se vuelve palpable la tensión entre sumisión y libertad, obediencia y resistencia.

Ana Alvarado, referente indiscutida del teatro de títeres y objetos, construye aquí una obra que conmueve por su sutileza estética y a la vez sacude por su crudeza política. Andruetto, con su prosa lúcida, abre los pliegues de la memoria femenina, donde se entrecruzan deseo y renuncia, afecto y desencuentro, obediencia y resistencia.

El vestido es un espectáculo que confirma la belleza del arte con títeres: hacer que lo inanimado cobre vida para mostrar lo que los cuerpos callan y revelar, en la fragilidad de un objeto animado, la fuerza implacable de una verdad humana que se impone.


Ficha técnico-artística

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Autoría: María Teresa Andruetto

Adaptación y dirección: Ana Alvarado

Titiriteros: Victoriano Alonso, Ariadna Bufano, Yanina Campanini, Olavia Paz, Laura Cardoso, Eleonora Dafcik, Mariano del Pozzo, Valeria Galíndez, Bruno Gianatelli, Julia Ibarra, Román Lamas, Estanislao Ortiz, Florencia Sva

Producción: Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín

Duración: 65 minutos

Clasificación: Títeres | Presencial | Público adolescente y adulto

Lugar: Teatro Regio (Av. Córdoba 6056)

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© 2020 Nuria Gómez Belart 

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