En una noche de teatro que prometía deslumbrar con la genialidad de Tennessee Williams, el público tuvo el privilegio de presenciar una versión magistral de El Zoo de Cristal, adaptada por Mauricio Kartun y dirigida por Gustavo Pardi. Esta adaptación nos sumerge en el universo de la obra maestra de Williams, y nos transporta, a través de los recuerdos de Tom, hacia la tumultuosa década de los 30 en los Estados Unidos.
La historia de El Zoo de Cristal se desenvuelve en un departamento de Nueva Orleans, donde Tom, un poeta frustrado, en la piel de Agustín Rittano, quien, con gran sensibilidad, nos relata la historia de su familia, por la que se sacrifica, aunque sus sueños lo lleven a anhelar una vida más allá de los límites de su hogar.
Su hermana, Laura, encarnada con ternura por Malena Figo, es una joven renga, tímida, frágil e incapaz de enfrentar las demandas del mundo. Su madre, Amanda —interpretada de manera arrebatadora por Ingrid Pelicori, que destaca en su intensidad y deseo de controlarlo todo—, es una figura dominante que lucha por preservar la unión de la familia y revive su pasado como una joven pretendida en la sociedad sureña.
La dirección de Gustavo Pardi se revela como un ejercicio de maestría teatral. Su capacidad para guiar a los actores en la exploración de los matices de sus personajes es evidente en cada escena, y el elenco demuestra conocer a la perfección la profundidad de sus personajes: la interpretación de Amanda, con su mezcla de cariño y control, es un tour de force que mantiene a la audiencia cautiva en cada palabra pronunciada; la fragilidad y la timidez de Laura son transmitidas con una vulnerabilidad que llega directo al corazón del espectador, y Tom nos conmueve con su deseo incesante de escapar hacia un mundo de libertad y posibilidades.
La escenografía crea atmósfera cargada de nostalgia y melancolía, en una exploración poética de los intrincados vínculos familiares, sus virtudes y defectos, los sueños perdidos y su nostalgia, así como los deseos inquebrantables y su costo humano.
El Zoo de cristal nos recuerda por qué Tennessee Williams es un maestro de la dramaturgia y cómo su obra perdura a lo largo de los años. La actualidad de este texto reside en su capacidad para arrojar luz sobre las dinámicas de género y el patriarcado que aún prevalecen en nuestra sociedad. La presión que se ejerce sobre Laura para que se case y el constante señalamiento de su soltería revelan una realidad arraigada en muchas culturas: la expectativa de que las mujeres deben encontrar su realización y felicidad a través del matrimonio. Esta narrativa, a menudo, subestima las aspiraciones y la independencia de las mujeres, limitan su libertad de elección y perpetúan estereotipos de género restrictivos.
Tom, no sufre la misma presión para casarse. Esto evidencia la doble moral de la sociedad, que a menudo perdona o ignora las ambiciones y deseos individuales de los hombres, mientras que a las mujeres se les exige conformarse con roles tradicionales. La creencia de que un hombre será la salvación de Laura también cuestiona la noción de que las mujeres necesitan ser rescatadas o dependen de un hombre para su felicidad y éxito.
En mi opinión, aquí la magia está en las interpretaciones, destacando particularmente el trabajo de Malena Figó, quien lleva adelante su papel con una autenticidad conmovedora, en este retrato de la lucha humana por encontrar significado en medio de la adversidad.
El Zoo de Cristal nos sumerge en las profundidades del amor fraternal, donde las remembranzas se convierten en faros que iluminan los rincones oscuros de nuestras almas. A través del ejercicio de la memoria, Tennessee Williams nos advierte que el amor entre hermanos es eterno, que el amor no correspondido es una llama que nunca se extingue y que el anhelo de ser escuchados es un eco que resuena en cada corazón humano.
En este viaje emocional a través del tiempo, esta obra nos insta a abrazar nuestras luces y sombras con compasión y a recordar siempre que, en medio de la melancolía y la nostalgia, podemos encontrar la belleza de nuestras vidas tejida en los hilos del amor y la esperanza.
Ficha de la obra
Autoría: Tennessee Williams
Versión: Mauricio Kartun
Actúan: Malena Figó, Ingrid Pelicori, Agustín Rittano, Martín Urbaneja
Diseño de vestuario: Julio Suárez
Diseño de escenografía: Cinthia Chomski
Diseño sonoro: Silvina Aspiazu
Música original: Silvina Aspiazu
Diseño De Iluminación: Horacio Novelle
Fotografía: Nacho Lundadei, Federico Sosa
Comunicación: Marcos Mutuverría
Diseño gráfico: Stella Maris Santiago
Asistencia De Producción: Glenda Aramburu
Asistencia técnica: Ramiro García Zacarías, Matias Noval
Asistencia de dirección: Carolina Krivoruk
Prensa: Marcos Mutuverría
Producción artística: Alejandra Garcia
Producción ejecutiva: Alejandra Garcia
Dirección de arte: Stella Maris Santiago
Dirección: Gustavo Pardi
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