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  • Foto del escritorJuan Manuel Encabo

La Papa


Quienes nacimos y crecimos cerca de alguna religión y por ende sentimos que parte de nuestro ser está forjado en esa fe, alguna vez (o varias) nos hemos peleado con la idea del pecado. Discurso opresor por naturaleza, el pecado ha sido una fuerza divisiva a lo largo de la historia de la humanidad, y su influencia continúa presente en muchas de las esquinas de la sociedad actual. Estas formas extremas de creencia y devoción pueden llevar a divisiones profundas y conflictos que, a menudo, traen consigo desventajas significativas.

El fanatismo, ya sea religioso, político, cultural o futbolístico, comparte un rasgo fundamental: la tendencia a dividir en lugar de unir. En todos estos casos, la pasión y la devoción pueden ser hermosas expresiones de identidad y pertenencia, pero, cuando se cruzan ciertos límites, pueden convertirse en fuerzas polarizadoras que socavan la armonía y la coexistencia pacífica. Pasa en todo el mundo, pero los argentinos parecemos tener una particular resistencia a salir de los binarismos que han marcado nuestro pasado: Unitarios y Federales, Personalistas y Antipersonalistas, Radicales y Peronistas, de River o de Boca, de capital o del interior.

El judaísmo, una de las religiones más antiguas y ricas en tradiciones, ha desempeñado un papel clave en la historia y la cultura de la humanidad. A lo largo de los siglos, ha experimentado luces y sombras como pueblo, como cualquier otra tradición religiosa. Sus enseñanzas han sido una fuente de sabiduría espiritual, moral y ética, pero también ha enfrentado contradicciones y divisiones internas.

En este contexto, se sitúa La Papa, una obra escrita y protagonizada por Natalia Slovediansky. La narrativa de esta producción teatral ofrece una ventana a las complejidades del judaísmo y cómo las diferencias de creencias pueden desencadenar grandes tensiones. La metamorfosis de los personajes en escena es un reflejo de la diversidad dentro de la comunidad judía y de cómo los vínculos pueden transformarse y evolucionar a lo largo del tiempo.

La Papa es una experiencia conmovedora que arroja luz sobre una vida de divisiones y luchas familiares en el contexto de una elección religiosa. La narrativa, basada en su propia historia, revela una poderosa exploración de la fe y las diferencias en el seno de una familia.

La trama gira en torno a la decisión de la protagonista de no seguir el camino de la ortodoxia judía que su tío y su hermana eligieron. A través de una narración íntima y emotiva, Nuni nos lleva a su propio viaje de autodescubrimiento y resistencia a las expectativas familiares. Su actuación es convincente y llena de matices, lo que nos permite conectarnos con su personaje y su dilema.

Lo que hace que esta obra sea especialmente conmovedora es su capacidad para explorar las tensiones y divisiones que surgen en una casa cuando las creencias religiosas se convierten en un punto de conflicto, sobre todo, cuando alguien decide seguir su propio camino en términos de fe.

El texto de la obra es rico en detalles y emociones, y los actores, Natalia Slovediansky (Nuni), Florencia Rodríguez Zorrilla (Luli), Hernán Mira (El tío), Mariana Alvarez (Susy) y Alejandro Eze Cohen (el Rabino/Coordinador), demuestran un dominio excepcional de la narrativa. La dirección y la puesta en escena también son notables, ya que se utilizan de manera efectiva para enfatizar las luchas internas y las interacciones familiares.

Desde el momento en que se ingresa a la sala de Timbre4, somos testigos de un flujo constante de personajes que entran y salen del escenario. Cada uno, desempeñando un papel fundamental en la vida de Nuni. Los actores, bajo la dirección de Nicolás Salischiker, logran una transición suave y cautivadora entre los roles, lo que mantiene al público inmerso en la historia.

El juego de luces y la música también merecen una mención. La iluminación se utiliza de manera creativa para resaltar momentos clave de la trama, aportando un gran impacto visual. La música, por su parte, complementa la narrativa con una banda sonora emotiva que amplifica la intensidad de las escenas, pero también dan un giro inesperado en la trama: la creación de un musical maravilloso y divertido que, definitivamente, no esperabas y que agrega un elemento de alegría y entretenimiento, en contraste con las tensiones previamente exploradas. Es un momento de alivio cómico y un testimonio del talento multifacético del elenco.

Y una vez más se confirma la mística del teatro independiente. Su magia radica en su capacidad para trascender las barreras tradicionales entre el escenario y la audiencia, como ocurre en esta obra, cuando el director de la obra te recibe sonriente en la puerta del teatro, y te invita a comer un knishe antes de la función. En este espacio íntimo y auténtico, el espectador se convierte en algo más que un mero observador; se convierte en un cómplice de la historia, un amigo del que tiene al lado y, en cierto sentido, un miembro de la familia teatral.

La cercanía con los actores y la atmósfera acogedora del teatro independiente permiten que la audiencia se sumerja completamente en la narrativa y se identifique con los personajes de una manera única. Es un lugar donde las emociones se comparten, las risas se contagian y las lágrimas se derraman en conjunto, creando una experiencia teatral profundamente íntima y enriquecedora que trasciende el mero entretenimiento.

La Papa es un testimonio valiente y reflexivo sobre la importancia de la autonomía y la autenticidad en cuestiones de fe y creencias personales. Nos recuerda que las diferencias familiares pueden ser un terreno delicado, pero también puede ser un lugar para el crecimiento, la comprensión y la aceptación mutua. Es una reflexión sobre las contradicciones y desafíos que el judaísmo, como cualquier tradición religiosa, puede enfrentar. Al mismo tiempo, es una celebración de la riqueza y diversidad de esta herencia espiritual. Nos recuerda que la religión es una parte de la identidad de muchas personas, pero también puede dar lugar a preguntas, desafíos y, finalmente, a la aceptación y el amor en el seno de las familias y de las comunidades. En última instancia, esta obra es un testimonio de la resiliencia y la capacidad del ser humano para abrazar sus raíces culturales y religiosas mientras busca su propio camino en la vida.


FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA

Autoría: Natalia Slovediansky

Actúan: Mariana Álvarez, Alejandro Ezequiel Cohen, Hernán Mira, Florencia Rodríguez Zorrilla, Natalia Slovediansky

Diseño de vestuario: Emilia Antonella Bacigaluppi

Diseño de escenografía: Micaela Sleigh

Diseño De Sonido: Fernando Del Gener

Realización de vestuario: Emilia Antonella Bacigaluppi

Música: Fernando Del Gener

Diseño De Iluminación: Daniela Garcia Dorato

Fotografía: Daniel Rodriguez

Diseño gráfico: Render Martínez

Asistencia de escenografía: Guadalupe Borrajo

Asistencia de dirección: Irina Juárez

Prensa: Marcos Mutuverría

Producción ejecutiva: Irina Juárez

Producción general: Nicolás Salischiker, Natalia Jesica Slovediansky

Coreografía: Sheila Saslavsky

Dirección: Nicolás Salischiker

Dirección general: Nicolás Salischiker, Natalia Jesica Slovediansky

Composición Musical: Inés Maguire

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