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  • Foto del escritorJuan Manuel Encabo

Una muerte compartida


El 11 de marzo de 2021, un nombre se convirtió en sinónimo de la lucha por la justicia y la visibilidad de las personas trans en Argentina: Tehuel de la Torre. Un joven argentino cuyo destino es un misterio, un enigma que ha conmovido al país y ha desatado una ola de solidaridad y activismo en defensa de los derechos humanos y la igualdad de género. La desaparición de Tehuel de la Torre no es un caso aislado, es un símbolo de una realidad escabrosa que enfrentan diariamente las personas trans.

En el teatro, como en la vida, a veces se nos presenta una obra que no solo nos conmueve, sino que también nos sacude, nos hace mirar de cerca esa oscuridad que acecha a la sociedad, la intolerancia que persiste en las sombras. Una muerte compartida, escrita y dirigida por Paolo Giuliano, es una obra que narra desgarradoramente la vida de una familia en un pueblo pequeño, que palpita con chismes y prejuicios, que es un microcosmos de la intolerancia en el mundo.

En un pueblo chico, la mirada ajena pesa como una losa sobre aquellos que desafían las normas impuestas, sobre quienes que se atreven a ser diferentes. Una muerte compartida nos presenta este escenario con un tono impecable, capturando la esencia de lo que significa ser diferente en un lugar donde todos se conocen y los secretos son difíciles de mantener.

La trama gira en torno a la familia Benavidez, encabezada por Nora, una madre afligida por la pérdida de su hija Laura, quien supuestamente murió a causa de una enfermedad. Pero la llegada de Marcos, el hijo desconocido para el pueblo, trae consigo una serie de revelaciones que cimbran la versión oficial de la muerte de Laura. Eventos inesperados nos llevan a examinar la verdad detrás de Marcos, quien es, o era, Laura, ahora un chico trans que huyó al anonimato de la Ciudad para comenzar su proceso de transición.

La madre, incapaz de lidiar con la decisión de su hija, se inventó su muerte, escondiéndola en una tumba vacía. La verdad es tan dolorosa que prefiere la ficción. Pero, como sucede en la vida, las mentiras nunca se pueden ocultar para siempre. La llegada de Marcos trae consigo una poderosa sacudida, y la audiencia se embarca en un viaje que confronta prejuicios arraigados y secretos ocultos.

A medida que la trama avanza, Una muerte compartida se adentra en terrenos cada vez más oscuros, aumentando en escalada sus niveles de tensión. Los secretos que salen a la luz, las revelaciones impactantes y las batallas internas de los personajes llevan al público a un precipicio emocional. Es en ese momento crítico donde la obra nos muestra de manera cruda lo urgente de la situación. La pesadumbre que impregna la narrativa es un recordatorio inquebrantable de que la pelea por la aceptación y la diversidad es una causa apremiante que no puede ser postergada ni ignorada.

La dirección de Paolo Giuliano es excepcional, guiando a los actores y a la audiencia a través de un recorrido intenso, y la interpretación de los actores merece un elogio especial. Sergio Janusas, en el papel de Marcos, brilla con gran autenticidad, mostrando el conflicto interior de una persona atrapada entre su verdadera identidad y las expectativas de su familia y su comunidad. Patricia Guillermina Rozas, en el papel de Nora, transmite una conmoción que llega directamente al corazón del espectador. Facundo Salomón nos presenta a un hombre de campo violento y machista de una manera tan real y estremecedora que logra transmitir la crueldad y la opresión que prevalecen en ese lugar. Luciano Diani, por su parte, nos ofrece una gran actuación al presentar esa dualidad de víctima y victimario, mostrando el odio generado por el propio sufrimiento en su personaje. Y Laura Correa brinda una interpretación tierna y conmovedora que actúa como una bocanada de aire fresco en medio de tanto conflicto.

Una muerte compartida es un dramón que mantiene al público en un estado de inquietud constante. Nos enfrenta no solo al odio hacia las personas LGBTQ+ y la violencia machista, sino también a la marginalidad, el bullying y la crueldad que aún acechan con fuerza en nuestra sociedad.

Es una obra que invita a mirar más allá de las apariencias y a abrazar la diversidad que nos hace a todos únicos. A través de la historia de Marcos, la obra nos plantea lo esencial de la identidad de género en nuestra conformación como seres humanos, por lo que negarla o reprimirla solo causa sufrimiento. También nos muestra cómo las mentiras pueden destruir vidas y comunidades enteras, y cómo la verdad, aunque molesta para algunos, es el camino hacia la redención.

Con cierta resonancia a la desaparición de Tehuel, Una muerte compartida se alza como una obra con un mensaje político sumamente pertinente, tanto en general como en el contexto actual en el que se vislumbra la reaparición de políticas retrógradas y preocupantes. Nos invita a pensar que, en un mundo que sigue siendo cómplice y testigo de la homofobia y la transfobia, la defensa de la igualdad es una responsabilidad compartida. Una muerte compartida es una llamada de atención, un grito de angustia que nos recuerda que la igualdad y la justicia no son para todos.



FICHA DE LA OBRA

Dramaturgia: Paolo Giuliano

Actúan: Laura Correa, Luciano Diani, Sergio Janusas, Patricia Guillermina Rozas, Facundo Salomón

Vestuario: Gabriela Delmastro

Escenografía: Gabriela Delmastro

Diseño de luces: José Binetti

Diseño De Sonido: Fernanda Martínez Mina

Música original: Fernanda Martínez Mina

Diseño gráfico: Nahuel Lamoglia

Asistencia De Producción: Maitena Bochetto

Dirección teatral: Paolo Giuliano


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